Los modales del Profeta Muhammad (parte 1 de 2)
Descripción: Dos lecciones sobre el carácter y los modales de Muhammad antes de ser honrado como Profeta de Allah.
Por Imam Kamil Mufti (© 2016 NewMuslims.com)
Publicado el 25 May 2019 - Última modificación 10 Aug 2016
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Objetivos:
·Apreciar que el Profeta Muhammad fue un ejemplo para todos los seres humanos después de él.
·Aprender cómo era su carácter antes de ser honrado como Profeta de Allah.
·Aprender sobre la paciencia y honestidad del Profeta Muhammad.
Términos árabes:
·Amín: Confiable.
·Sadiq: Veraz.
Antes de ser Profeta
El Profeta era una persona honesta y confiable antes de recibir la revelación. Nunca traicionó a nadie, jamás mintió ni engañó. La gente lo conocía como "Al Amín" (el Confiable). Muchos dejaban a su cuidado sus pertenencias cuando viajaban. También se lo conocía como "As-Sadiq" (el Veraz) ya que nunca dijo una mentira. Tenía buenos modales, hablaba de forma correcta y le gustaba ayudar a los demás. Su gente lo amaba por estas cualidades. Antes de convertirse en Profeta, no tomaba alcohol, no adoraba estatuas o ídolos, ni tampoco juraba por ellos.
Luego de Convertirse en Profeta
Allah dice:
“Eres de una naturaleza y moral grandiosas” (Corán 68:4).
El Profeta Muhammad (que la misericordia y las bendiciones de Allah sean con él) fue un ejemplo para toda la humanidad. Se le preguntó a su esposa, Aisha, sobre sus modales, y dijo:
“Sus modales eran el Corán”.
Lo que quiso decir es que el Profeta respetaba la leyes, órdenes y prohibiciones del Corán. Él dijo sobre sí mismo:
“Allah me ha enviado para perfeccionar los modales y hacer buenas obras”[1].
Anas, hijo de Malik, lo sirvió por diez años, siempre estaba junto a él durante el día y conocía muy bien sus modales. Anas relató:
“El Profeta no insultaba a nadie ni era maleducado, tampoco le faltaba el respeto a nadie. Si deseaba reprender a alguien, decía: '¿Qué pasa con él? ¡Que le caiga polvo en la cara!'"[2].
Honestidad y confiabilidad
El Profeta Muhammad era reconocido por su honestidad. Los paganos de La Meca, abiertamente hostiles hacia él, le dejaban sus pertenencias más preciadas para que las cuidara, ya que no existían los bancos en ese entonces. Su honestidad fue puesta a prueba cuando los paganos lo atacaban y torturaban a sus compañeros, expulsándolos de sus propios hogares. Le ordenó a su primo, Ali, que pospusiera su emigración a Medina por tres días para poder regresarles sus pertenencias a la gente.
Otro ejemplo de su honestidad fue demostrado en el Pacto de Hudaibíah[3]. Los términos del mismo indicaban que cualquier hombre que abandonara al Profeta no sería traído de regreso; pero cualquiera que abandonara Meca sí sería regresado a los paganos. Un hombre llamado Abu Yandal logró escapar de los paganos y se unió al Profeta. Ellos le pidieron al Profeta Muhammad que honrara su promesa y lo regresara. El Mensajero de Allah dijo:
“¡Oh, Abu Yandal! Sé paciente y pídele a Allah que te dé paciencia. Allah seguramente te ayudará y a todos los que sean perseguidos y les facilitará todo. Hemos firmado un pacto con ellos, y ciertamente no engañamos o actuamos a traición”[4].
Paciencia y autocontrol
Anas dijo:
“En una ocasión estaba caminando con el Mensajero de Allah y él vestía una túnica yemení con su collar desgastado. Un beduino lo agarró del mismo con fuerza, y vi que en el costado de su cuello la túnica le dejó una marca por la violencia con la cual tiró de él. El beduino dijo: '¡Oh Muhammad! Dame (algo) de la riqueza de Allah que posees'. El Mensajero de Allah miró al beduino, le sonrió, y ordenó que le den (algo de dinero)"[5].
Otro ejemplo de su paciencia es la historia del rabino judío, Zaid Ibn Sa'nah. Zaid le había dado algo como préstamos al Mensajero de Allah; luego dijo:
“Dos o tres días antes de pagar su deuda, el Mensajero de Allah participaba del funeral de un hombre de los Ansar. Abu Bakr, Omar, Uzmán y otros compañeros estaban junto a él. Luego de realizar la oración funeraria, se sentó junto a una pared y me acerqué, lo tomé del costado de su ropa y lo miré de mala manera. Le dije: '¡Oh Muhammad! ¿No me pagarás tu deuda? Tengo entendido que la familia de Abdul Muttalib no se retrasa en cancelar sus deudas'.
Miré a Omar Ibn Al Jattab, ¡sus ojos se llenaron de ira! Me miró y dijo: '¡Enemigo de Allah! ¿Te comportas con él de esta forma? Por Aquel que lo envió con la verdad, si no fuera por temor a no poder entrar al Paraíso ¡te habría decapitado con mi espada!' El Profeta miró a Omar con calma y paz, y dijo: '¡Omar, nos tendrías que haber dado un consejo sano en vez de hacer lo que hiciste! Oh Omar, ve y págale la deuda, y dale una parte extra por haberlo asustado'.
Zaid dijo: 'Omar fue conmigo y me pagó la deuda, y me dio más de veinte sa’a[6]de dátiles. Le pregunté: '¿Qué es esto?', y dijo 'El Mensajero de Allah me ordenó que te lo diera por haberte amenazado'. Zaid le preguntó a Omar: 'Oh Umar, ¿sabes quién soy?' Umar dijo 'No, no lo sé. ¿Quién eres?' Zaid dijo: 'Soy Zaid Ibn Sa'nah'. Omar preguntó: '¿El rabino?' Zaid respondió: 'Sí, el rabino'. Umar luego preguntó: '¿Qué te hizo decir lo que le dijiste al Profeta y hacer lo que hiciste?' Zaid replicó: 'Oh Omar, he visto todas las señales de la profecía en el rostro del Mensajero de Allah excepto dos: (la primera) su paciencia y perseverancia llegan antes que su ira; y la segunda, cuanto peor te comportas con él, más amable y paciente se vuelve, y ahora estoy satisfecho. Omar, eres testigo de que doy testimonio y me satisfago con que no hay otra divinidad digna de ser alabada excepto Allah, Único, que mi religión es el Islam, y que Muhammad es mi Profeta. También eres mi testigo de que entrego la mitad de mi riqueza ―y soy una de las personas más adineradas de Medina― por la causa de Allah a los musulmanes'. Umar dijo: 'No podrás dar de tu riqueza a todos los musulmanes, entonces di: Daré algo a los seguidores de Muhammad'". Tanto Zaid como Omar regresaron con el Mensajero de Allah. Zaid le dijo: "Atestiguo que no hay divinidad digna de ser alabada excepto Allah, Único, y que Muhammad es siervo de Allah y Su Mensajero". Creyó en él y estuvo presente en muchas batallas, luego murió en la Batalla de Tabuk al enfrentarse al enemigo. Que Allah tenga misericordia de Zaid[7].
Una demostración de su perdón y perseverancia fue cuando perdonó a la gente de Meca luego de la reconquista. Cuando el Mensajero de Allah juntó a la gente que había oprimido, torturado, lastimado a sus compañeros, y los habían expulsado de la ciudad, les dijo:
“¿Qué creen que voy a hacer con ustedes?" Respondieron: "Harás algo honorable; eres un hermano amable y generoso, ¡y un sobrino amable y generoso!". El Profeta dijo: "Vayan, son libres de hacer lo que quieran"[8].
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